La equinácea es una hierba popular originaria de la región del oeste medio de Norteamérica. Las tribus indias de Nebraska utilizaron la equinácea como antiséptico y analgésico y los Sioux la utilizaron como un remedio contra las mordeduras de serpiente e insectos venenosos. En 1885 se introdujo en la medicina americana como un depurativo de la sangre.
En una investigación reciente Se ha demostrado que los extractos de equinácea poseen propiedades inmunoestimulantes destacables.
La equinácea aumenta la producción y la actividad de los leucocitos, destruyendo invasores como los virus y las bacterias perjudiciales. Esta extraordinaria hierba también aumenta la migración de los leucocitos a las áreas de infección aguda, acelerando así los procesos de recuperación y curación.
La equinácea también aumenta la producción de interferón. El interferón es compuesto producido por el cuerpo estimula la síntesis de proteínas que bloquean la infección vírica.
Además, la equinácea previene de forma natural la propagación de los virus al inhibir un enzima que usan ciertos virus para diseminarse con mayor velocidad por los tejidos corporales.
Acciones de la Echinacea
Acción inmunoestimulante: si nuestro sistema inmunológico funcionara siempre al 100% de su capacidad, existiría la posibilidad de no enfermar nunca, pero en realidad otros factores como el frío, el agotamiento, el estrés, la mala alimentación pueden debilitarlo y esta circunstancia hará posible que ciertas bacterias y virus se desarrollen y proliferen en nuestro organismo causando la enfermedad.
La Equinacea posee la capacidad de reforzar todo el sistema inmunológico.
La importancia de este fortalecimiento radica en una mayor resistencia a todos los agentes externos que nos agredan como: virus, bacterias, sustancias toxicas y diferentes bacilos.
Cuando las bacterias invaden nuestro organismo, las células encargadas de la defensa, los macrófagos, se activan para devorar y destruir dichas bacterias.
Acción antiséptica y antiinflamatoria: aumenta la resistencia a la piel contra el ataque de bacterias, virus y hongos gracias a la inhibición de una enzima llamada hialuromidasa.
La acción antiinflamatoria de la Equinacea viene referida desde 1950, donde se ponen de manifiesto sus excelentes resultados en la cura de pacientes afectados de artritis crónica.
En 1957 se demuestra que el extracto de Equinacea reduce aproximadamente un 22% la inflamación articular, comparable al efecto de la cortisona, como se sabe la cortisona tiene varios efectos colaterales entre ellos debilita el sistema inmunitario. No provoca, como otros antiinflamatorios, acidez estomacal.
Acción cicatrizante: la Echinacea favorece la proliferación de fibroblastos (células de la piel que contribuyen a su rápida cicatrización) Ayudan a restaurar los márgenes de la herida abierta.
Protección el colágeno de la acción de los radicales libres y del oxigeno, actuando como un potente antioxidante.
La combinación de las dos Echinaceas, Purpúrea y Angustifolia, presenta además una acción sinérgica muy eficaz en el tratamiento por vía externa de úlceras, forúnculos, infecciones cutáneas y sabañones, reconstituyendo el tejido lesionado.
Diferentes verificaciones a nivel experimental han confirmado que el consumo de la Equinacea impide la propagación de diversos tipos de infección, como por ejemplo, resfriados, gripes e infecciones a nivel cutáneo.
Contribuye al control del Estafilococus aureus, la Escleritzia coli, del pseudomonas aeruginosa y de la Cándida Albicans.
Acción antitumoral: la Equinacea contiene principios activos (arabinogalactano) que estimulan los macrófagos produciendo moléculas esenciales que estimulan otras células inmunitarias para la destrucción de células tumorales.
El uso en terapia de estas moléculas para combatir el cáncer está actualmente en fase de estudios y discusión. La falta de toxicidad de estas moléculas es un incentivo válido para continuar adelante en dicha investigación.
La equinácea también aumenta la producción de interferón. El interferón es compuesto producido por el cuerpo estimula la síntesis de proteínas que bloquean la infección vírica.
Además, la equinácea previene de forma natural la propagación de los virus al inhibir un enzima que usan ciertos virus para diseminarse con mayor velocidad por los tejidos corporales.
Acciones de la Echinacea
Acción inmunoestimulante: si nuestro sistema inmunológico funcionara siempre al 100% de su capacidad, existiría la posibilidad de no enfermar nunca, pero en realidad otros factores como el frío, el agotamiento, el estrés, la mala alimentación pueden debilitarlo y esta circunstancia hará posible que ciertas bacterias y virus se desarrollen y proliferen en nuestro organismo causando la enfermedad.
La Equinacea posee la capacidad de reforzar todo el sistema inmunológico.
La importancia de este fortalecimiento radica en una mayor resistencia a todos los agentes externos que nos agredan como: virus, bacterias, sustancias toxicas y diferentes bacilos.
Cuando las bacterias invaden nuestro organismo, las células encargadas de la defensa, los macrófagos, se activan para devorar y destruir dichas bacterias.
Acción antiséptica y antiinflamatoria: aumenta la resistencia a la piel contra el ataque de bacterias, virus y hongos gracias a la inhibición de una enzima llamada hialuromidasa.
La acción antiinflamatoria de la Equinacea viene referida desde 1950, donde se ponen de manifiesto sus excelentes resultados en la cura de pacientes afectados de artritis crónica.
En 1957 se demuestra que el extracto de Equinacea reduce aproximadamente un 22% la inflamación articular, comparable al efecto de la cortisona, como se sabe la cortisona tiene varios efectos colaterales entre ellos debilita el sistema inmunitario. No provoca, como otros antiinflamatorios, acidez estomacal.
Acción cicatrizante: la Echinacea favorece la proliferación de fibroblastos (células de la piel que contribuyen a su rápida cicatrización) Ayudan a restaurar los márgenes de la herida abierta.
Protección el colágeno de la acción de los radicales libres y del oxigeno, actuando como un potente antioxidante.
La combinación de las dos Echinaceas, Purpúrea y Angustifolia, presenta además una acción sinérgica muy eficaz en el tratamiento por vía externa de úlceras, forúnculos, infecciones cutáneas y sabañones, reconstituyendo el tejido lesionado.
Diferentes verificaciones a nivel experimental han confirmado que el consumo de la Equinacea impide la propagación de diversos tipos de infección, como por ejemplo, resfriados, gripes e infecciones a nivel cutáneo.
Contribuye al control del Estafilococus aureus, la Escleritzia coli, del pseudomonas aeruginosa y de la Cándida Albicans.
Acción antitumoral: la Equinacea contiene principios activos (arabinogalactano) que estimulan los macrófagos produciendo moléculas esenciales que estimulan otras células inmunitarias para la destrucción de células tumorales.
El uso en terapia de estas moléculas para combatir el cáncer está actualmente en fase de estudios y discusión. La falta de toxicidad de estas moléculas es un incentivo válido para continuar adelante en dicha investigación.
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