La denominación procedente del latín vitalba significa “planta trepadora blanca”, describiendo así la clemátide que crece en los lindes de los bosques y setos. Sus tallos enredados pueden alcanzar los 30 metros de longitud. El género clematis engloba a cerca de 280 especies de plantas, entre trepadoras y herbáceas de tallo leñoso, siendo su mayoría de hoja caduca, aunque también existen variedades perennes. Sus florecillas de color blanco crema con abundantes estambres florecen entre Julio y septiembre.
Efecto de la esencia
La esencia de clemátide favorece nuestro arraigamiento a la Tierra, la constancia y agudiza la percepción sensorial.
Efecto de la esencia sobre el cuerpo
Las personas “elevadas” a menudo padecen una presión sanguínea baja con manos y pies fríos. La esencia de clemátide despierta en ellas un sentimiento de mayor estabilidad y firmeza que, en el terreno corporal, se concreta en una activación corporal. Esta esencia se puede aplicar como complemento a los masajes linfáticos.
Efecto de la esencia sobre el ánimo
En los estados de carencia de clemátide a menudo se tiene la sensación de que la vida pasa por delante de uno. A menudo la persona se refugia en el mundo de la fantasía o de los sueños. Le falta atención e interés por el presente y en muchos casos, se anhela la muerte. El motivo suele ser el desconocimiento de las propias aptitudes.
Efecto de la esencia sobre la mente
La esencia de clemátide hace más fácil dominar el mundo del pensamiento y trabajarlo en consecuencia. Ahora podremos hacer realidad las capacidades y talentos que hasta ahora permanecían adormecidos o para los que nos faltaba la energía necesaria para llevarlos a cabo. Con ella nos embarga un mayor sentido de la realidad y se favorece la activación corporal.
Efecto de la esencia sobre el espíritu
La esencia de clemátide refuerza el cuerpo etéreo. Sentimos que vivimos el presente, desarrollamos el sentido de la realidad, la solidez y la estabilidad. La inspiración se puede transformar en actividades creativas y arraigadas a la Tierra. Podemos crear un fuerte lazo entre nuestra vida interior y la realidad. Por ejemplo, las percepciones de nuestros órganos sensoriales serán más nítidas y claras. Aquellas tareas que nos ponen en contacto directo e intenso con la tierra (la jardinería, el campo, etc.) nos descubren un nuevo nivel de conciencia.
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